Chaves Nogales y la traición europea

, de Miguel G. Barea

Chaves Nogales y la traición europea
Niños evacuados durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Imagen libre de derechos.

Cuando el legítimo gobierno de la II República española fue evacuado a Valencia, el periodista sevillano Manuel Chaves Nogales hizo las maletas y recaló al otro lado de los Pirineos. Lo que allí vio, pensó y sintió está recogido en el libro La Agonía de Francia (editorial Libros de Asteroide), en el que analiza cómo el país de los Derechos del Hombre también cedió ante la barbarie totalitaria. A pesar del clima de pesimismo en el que fue escrito, su postura política se mantuvo firme, certera e intacta: los errores de la democracia no son intrínsecos al sistema, sino que están causados por elementos ajenos a éste que pretenden destruirlo.

En Francia– escribió- país de asilo, convertido ahora en una inmensa cárcel, quedaban tras las alambradas de espino muchos miles de españoles que habían tenido fe en ella. El viejo y acedrado amor que profesábamos a Francia no podrá en mucho tiempo vencer el dolor de la traición que se ha hecho a sí misma y al mundo que creía en ella. Si sustituimos los términos “Francia” por “Europa” y “españoles” por “refugiados sirios”, podemos establecer un tétrico paralelismo con la coyuntura actual del viejo continente.

Según el artículo 14.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país. Como ciudadanos europeos y demócratas convencidos, debería dolernos que el drama humano que viven a diario los miles de refugiados sirios desplazados en nuestra tierra nos importe tan poco. Se observa, por ejemplo, en la mejor organización de los ultras xenófobos, que se concentran de forma multitudinaria en distintas ciudades de nuestro continente para pedir controles más férreos en las fronteras y expulsiones más frecuentes. Saben lo que quieren, frente a una masa aparentemente receptiva y en la práctica inoperante, solo activa en redes sociales.

La revelación más sorprendente y espantable del derrumbamiento de Francia ha sido esta de la indiferencia inhumana de las masas. Las ciudades no han tenido en ninguna otra época de la historia una expresión tan ferozmente egoísta, tan limitada a la satisfacción inmediata y estricta de los apetitos y las necesidades de cada cual, denunció también el periodista andaluz, inmune a toda utopía. Volvamos a reemplazar “Francia” por “Europa” y descubriremos, espero que con amargura, que nuestro legado se nos ha quedado grande, tal y como el espíritu de la Ilustración a los franceses que se rindieron al nazismo. Si Europa está fallando se debe, una vez más, a haberse traicionado a sí misma.

Refugiados sirios en Macedonia. Imagen libre de derechos.

No obstante, Manuel Chaves Nogales, antes de abandonar su segunda patria e instalarse definitivamente en Gran Bretaña- país donde murió- también nos reveló el camino a seguir: ante la Barbarie, ya adopte la forma masiva de Fascismo, Comunismo o indiferencia, la única respuesta posible es el radicalismo demócrata y la defensa a ultranza de la Civilización. Nuestra obligación moral y espiritual para con el Presente no es otra que la de defender aquellos valores que permitieron construir nuestra casa común europea, en palabras de Mijail Gorbachov, para vivir en un continente en paz. También con aquellos que llegan desde fuera con intención de quedarse, pese a la oposición de aquellos conciudadanos que cuestionan la igualdad entre personas en nombre de la soberanía nacional y del integrismo cultural o religioso.

Defender la solidaridad, el universalismo o la convivencia no es lo más fácil, y ningún éxodo está exento de dificultades, sobre todo para los que llegan, aunque también para quienes acogen. Conviene recordarlo hoy y siempre. Pero si la Unión Europea acaba cediendo a sus demonios internos y reniega de los principios y de la legalidad sobre los que se asienta y fue fundada, podría iniciarse una dolorosa espiral de autodestrucción, semejante a las de España y Francia a principios del siglo XX, de la que cuesta demasiado escapar. Valga como prueba la palabra-y la vida- de Manuel Chaves Nogales.

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