¿Qué es Europa? Nunca Europa tuvo fronteras propias, siempre quedaban diseminadas; nunca tuvo una capital, tuvo decenas, de manera simultánea y variantes a lo largo de la Historia (Atenas, Roma, Constantinopla, Córdoba, Aquisgrán, Barcelona, Estrasburgo, París, Bruselas, Venecia, Lisboa, Colonia, Luxemburgo, etc.), nunca tuvo una lengua propia, tuvo centenares; nunca tuvo una cultura, sino miles, pero siempre se llamó Europa.
Ahora, más que nunca, Europa ha conseguido encontrar cuerpo, pues la idea ha encontrado color, imagen y ente. Europa se ha materializado desde la segunda mitad del siglo XX. Después de dos infartos de corazón, el Viejo continente comenzó a asumir que sólo dándose a conocer en la realidad, de manera cohesionada, con verbo y cuerpo, podría continuar su vida. De lo contrario, Europa caería en el fin de su propia Historia.
Acabó el mundo de los Imperios, de las naciones decimonónicas y de los complejos. Llegó el carbón y el acero, dos buenas materias primas con las que construir y dar energía. Luego, una mayor a nivel energético nuclear y, cómo no, la económica (más nominativa que real). Los padres, y también muchas madres, de Europa fijaron las bases necesarias para la Europa de la ciudadanía, la del bienestar y las democracias, las de más derechos y libertades para todos. Surgía la Europa de la ciudadanía europea, libre de pasaportes, llena de movimiento.
Europa seguía materializándose en la Europa báltica y eslava, y contaba con su propia moneda, clara muestra de las aspiraciones europeas: la unidad en la diversidad. Pero, craso error el cometido, al unirnos antes con una moneda antes que en lo económico. Lo siento, pero no existe una verdadera unión económica en Europa. La Comunidad Económica Europea era un embrión, y la Unión económica no existe realmente, porque no interesa. De existir, ¿para qué existen los bancos centrales? Compartimos divisa pero la planificación económica resulta estatal, por lo que, no hay Economía europea, sólo moneda común. Sólo cuando la Economía sea realmente europea, entonces, podremos hablar de Unión económica.
Una vez tengamos unidad económica podríamos hablar de Unión fiscal y política. Será cuando Europa nazca, se abra ciertamente al mundo, salga del útero materno (la Unión Europea) y comience a vivir. No será el Viejo continente, será la Europa de la ciudadanía.
Queda mucho para ello, llevamos más de 2000 años de idea de Europa y apenas seis décadas de gestación, pero se gesta.
Ahora bien, no podemos dormirnos en los laureles, despertad, levantaos y moveos, viajad, celebrad, compartid, haced Europa. Somos estrellas apagadas que no asumen su brillo propio como ciudadanos y ciudadanas de un universo, diverso pero unido (unidos en la diversidad).
Los acontecimientos recientes que ensombrecen el útero europeo amenazan con provocar el peor de los abortos. Las instituciones europeas no se encuentran al servicio real y verdadero de los ciudadanos, sino de los gobiernos nacionales, movidos por sus intereses nacionales, como si se tratasen de cuestiones aisladas entre sí. Claro ejemplo de ello pueden ser los efectos dominó de las bolsas europeas… Y los Consejos europeos y de la UE no sirven para nada útil, sólo para satisfacer los intereses de los de siempre: lobbies, multinacionales, grupos empresariales, etc. Los hermanos alemanes, finlandeses o neerlandeses no tiene culpa ninguna de la imposición de recortes presupuestarios que se imponen; la tienen sus gobiernos débiles y permisivos, incapaces de ver más allá de sus fronteras nacionales.
¿Qué podemos hacer? Cada uno debe trabajar su esfera de poder, de no hacerlo, seréis estrellas muertas, jamás brillaréis. Sólo daremos resplandor verdadero al movernos, al prender la llama del progreso europeísta en nuestros corazones. Nosotros somos la Europa en gestación, no podemos permitirnos no nacer. Ahora es el momento. ¡Europa nacerá!
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