Es el sueño de todo europeísta, poder contar como una de esas historias de viejo en un porche de Ohio:
“¡y pensar que la Federación de los Estados Europeos era impensable cuando iba a la universidad! ¡y pensar que se ponían la zancadilla unos países a otros! ¡qué había quién se consideraba más ciudadano que otro! ¡incluso que se les ponían los vellos de punta al pensar que los turcos eran europeos!”
No podemos negar, que es uno de los muchos sueños que tenemos los europeístas. En mi opinión, la conquista ya no de la ciudadanía, sino del sentimiento está mucho más cerca de lo que se piensan los detractores de la Unión. Lo difícil es que un texto reconozca los derechos, vale que en alguna medida nosotros lo estamos haciendo al revés, con normas adelantadas a nuestro tiempo, porque el reconocimiento de los derechos se suele hacer tras una lucha férrea, de la sociedad civil que en este caso ha sido ligera.
Cuando tu estado forma parte de la Unión Europea y en consecuencia, tú eres un ciudadano europeo – esto no quiere decir que dejes de ser ciudadano de tu Estado, pero sí que tienes “un complemento” –, te dan un pack de bienvenida, esta es nuestra bandera, éste nuestro himno, esta nuestra fiesta, en este Tratado de aquí están nuestros valores, estudiadlos, porque debes conocerlos para ser un ciudadano europeo de pleno derecho, por cierto estos son tus derechos y tus obligaciones, es muy importante que los conozcas para ser ciudadano activo en la unión.
Y eso sin contar, con qué pasa cuando se ha perdido la ilusión por formar parte de Europa, como en el caso de España, que ha encontrado en el Euro el chivo de todos sus males.
Se nos dispara el corazón cuando escuchamos a los turcos expresar sus ganas por formar parte de Europa, y mientras, en España lo que mejor se recibe de Europa es la Europa League y la Champions League. ¿Qué podemos hacer? Informar, informar e informar. Esa es la clave para que la gente descubra cómo se han hecho sus carreteras gracias a los fondos FEDER, como recoge el aceite de la cooperativa gracias a la PAC, incluso como vamos a viajar desde Barcelona hasta Bremen sin que nos registren las maletas o nos exijan la documentación cada vez que nos apeamos. En la información está la clave, la llave hacia una Europa que ya es nuestra, somos los jóvenes los que tenemos que luchar por ella, el futuro y buena parte del presente es nuestro. No debemos dejar que se siga gestionando la identidad de una forma que no nos gusta, si queremos que haya información sobre Europa, las redes sociales nos pertenecen, nosotros mejor que nadie conocemos su funcionamiento. La federación la tocamos con la punta de los dedos, porque sabemos, hemos construido con ayuda de nuestros padres y de nuestros abuelos un Parlamento cada día más fuerte frente a los Estados nacionales, que se defiende no solo de los ataques internos sino también de la competitividad que recibimos del exterior. Contamos con el Banco Central Europeo, y una vez que el carácter económico ha pisado tierra firme, es solo cuestión de tiempo que el resto de elementos de la vida del ser humano se europeícen. No son más que dos o tres los Estados que se quedan atrás en la aprobación de las medidas que más cambio provoca y que más nos acercan a la idea federalista. Pues con ellos es con quien se tiene que profundizar en la información, y además en demostrarle que solos nos quedaremos solos, cayendo en la redundancia. Por lo tanto, la respuesta es sí, sí existe la ciudadanía capaz de llevar a cabo el proceso federalista, pero no será hoy, quizás tardemos unos cuantos años, no debemos olvidar que estamos supeditados a los intereses del mercado. Pero en el futuro incierto la Federación existe. Y es que no hay más motivo para no querer saber nada de Europa, que el estar acongojado el día entero por los medios de comunicación, de que ahora la Unión hace esto o lo otro, que nunca le va bien a tu país porque allí mansa Alemania y a ti Alemania no te gusta nada. Pero la verdad, es que no hay europeo convencido capaz de negar la ilusión y belleza que despierta el proyecto federalista, de lo beneficioso que es para la sociedad mundial, de los orgullosos que estaríamos el día de mañana, al poder decir, que nosotros formamos parte de esta Europa nuestra.
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