El día 3 de octubre, con la celebración de la VIII Asamblea General de los y las Jóvenes Europeístas y Federalistas de España, llega el fin de mi mandato como presidente al frente de la organización. Tras un mandato de un año, marcado por la COVID y un proceso de reforma estatutaria pendiente de cerrar, es el momento de clausurar etapas y centrarme en otros aspectos que, debido a mi implicación en JEF, he dejado algo desatendidos.
Suena ya lejano el momento en que, desde Mallorca, me animé a poner las bases para la creación de JEF Illes Balears allá por el otoño de 2012. Desde entonces he transitado por los niveles autonómico y estatal, además de una fuerte colaboración con el nivel europeo, de JEF. Primero fue solamente desde les Illes Balears, pero luego descubrí un mundo nuevo participando también como socio en JEF Madrid. Allí me formé en muchas de las cuestiones básicas de la gestión de una asociación, desde la tesorería y coordinando proyectos como el MEU Madrid o la campaña para las elecciones europeas de 2019. Al mismo tiempo, como integrante del Consejo Federal pude llevar a cabo colaboraciones con secciones de otros países y forjar fructíferas relaciones de trabajo y amistad. Incluso en este espacio, El Europeísta -en su día bajo la cabecera de El Nuevo Federalista-, al que he dedicado mucho tiempo y trabajo. Tuve la suerte de poder ser el redactor en jefe de la edición en lengua castellana de la webzine de JEF durante dos años y medio y la experiencia fue enriquecedora a más no poder.
A pesar de los ya cerca de 6 años que he estado involucrado en distintos grados en la dirección a nivel estatal de JEF, este año ocupando la presidencia -y además en las circunstancias en que esto se ha producido- me ha permitido aprender mucho sobre cómo funciona nuestra organización y lo que puede aportar a la sociedad. Y, antes de despedirme, me gustaría dejar sobre la mesa algunas reflexiones, que no llegan por ninguna otra cosa que todo lo aprendido en este largo viaje.
En primer lugar, hay que tener presente una cosa muy importante, y es que JEF, en España, es una organización muy modesta. Nuestra membresía queda ensombrecida en dimensiones por las decenas de miles de personas que integran cada una de las grandes asociaciones juveniles de nuestro país, sean estas políticas, de tiempo libre, socioculturales o asistenciales. Pero la fortaleza y relevancia de una organización como la nuestra no reside en sus números, sino en la relevancia de su labor y la vigencia de su mensaje. En los tiempos que corren -y esto ya es casi un tópico-, Europa es cuestionada por su dificultad para actuar. Esto se hace evidente de forma habitual, pero episodios recientes como el fracaso a la hora de aprobar sanciones contra el gobierno bielorruso o el bloqueo de los presupuestos como medida de rescate frente a la COVID, ponen de nuevo el foco en la necesidad de una reforma de la UE. Y esta reforma no puede venir, de otra manera, que con un avance decidido hacia una Europa federal.
En segundo lugar, y en la misma línea que lo que comentaba anteriormente, la construcción de redes es fundamental. Cada asociación es un islote, pero sin tender puentes entre ellas no se puede generar un impacto en el vasto archipiélago que es la sociedad. Es por ello que la construcción de relaciones y el desarrollo de redes colaborativas entre asociaciones es de gran importancia. En los últimos años se han ido generando tales dinámicas con otras organizaciones en múltiples sectores y, principalmente, con el Consejo de la Juventud de España, un espacio que consigue algo tan importante como actuar de altavoz para que organizaciones modestas como la nuestra puedan hacer valer sus ideas. Es por esto por lo que ha sido una prioridad de este mandato que acaba la entrada en el CJE como entidad miembro, algo que conseguimos el pasado mes de mayo. Prueba de la importancia de participar en estos espacios es que, desde el primer momento, JEF ha contribuido decisivamente a marcar el posicionamiento del CJE en un tema tan importante para nosotros como la defensa de los derechos humanos en Bielorrusia.
En tercer lugar, una gran baza que define a JEF es su carácter apartidista y diverso. Nuestra organización tiene la gran suerte de actuar como espacio de encuentro entre personas de muchas y muy variadas tradiciones ideológicas que se unen para actuar en pro de un proyecto común, la construcción de la casa común que debe ser Europa. Si hay algo bueno que tanto yo como cualquier otra persona se pueda llevar de JEF es el haber podido coincidir con personas dialogantes que piensan distinto y han entendido y hecho entender las diferencias de puntos de vista desde el sano intercambio de ideas.
Pero, por último, no debemos olvidar una cosa: JEF España, igual que el modelo que defiende para Europa, es una federación, y por ello depende plenamente de sus partes componentes. JEF España no es nada sin Catalunya, sin Madrid, sin Castilla y León, sin les Illes Balears, sin la Comunidad Valenciana, sin Castilla la Mancha… Pero de la misma manera, las propias secciones autonómicas no se entienden sin JEF España y JEF Europa. Estos tres niveles son esenciales, y deben cooperar y nutrirse entre ellos en la organización de eventos, la celebración de actividades, la planificación y difusión de campañas, etc. Si a lo largo de este año se han podido llevar a cabo actividades de JEF en España ha sido gracias a la colaboración indispensable de todos estos niveles, aportando cada uno lo que buenamente podía o de lo que sabía. Esto es algo que todo el mundo debe tener claro y no olvidar bajo ningún concepto. El camino hacia la Europa federal pasa por dar ejemplo, trabajando de forma federalista y cooperativa.
Lo último que quiero decir, antes de cerrar estas líneas, es ‘gracias’. Gracias a todas las personas que durante estos 8 años me han acompañado en mi travesía en JEF. Gracias a esas personas de las que he aprendido tanto sobre tantas cosas, de cada una de ellas me llevo una pequeña parte. En estos 8 años, JEF se ha convertido en parte fundamental de mi vida. En este tiempo, en JEF he construido amistades que durarán toda la vida, he encontrado el amor, he descubierto nuevas facetas de mí mismo y he madurado como persona. En definitiva, JEF ha sido como una escuela para mí, pero sobre todo una especie de segundo hogar.
Por todo esto, no puedo hacer otra cosa que despedirme de la presidencia de JEF con una gran sonrisa. Y aunque no vaya a ser tan activo como en el pasado, o no vaya a ocupar una posición tan visible en la organización, que nadie dude que siempre voy a estar ahí para seguir sumando.
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